Creo que los que creyeron que la contradicción es el motor de la vida humana no se han equivocado. Somos una contradicción incesante. Y eso te ayuda a sobrevivir en un mundo difícil; la certeza de que no hay horror que no implique alguna maravilla. La certeza de que somos mitad basura y mitad hermosura
La obra plástica de Héctor Barrón hunde sus raíces ¿inconscientemente? En la tradición medievalista de los bestiarios y el bricolaje. Encontramos en ella reminiscencias de un Bosco, un Brueghel (el joven), un Jorge D`Chirico y el surrealismo. Sin embargo, es su propia obra la que se opone en primer plano a ser encasillada en estas referencias, intuidas en un primer “vistazo” pues ya observada con detenimiento, sin alguna vestidura de crítico, nos proporciona un mundo rico no en imágenes oníricas propiamente sino en un “ver” muy personal del mundo cotidiano, que nuestro pintor traslada o transmuta posteriormente, o bien en acto, con su imaginación en ars combinatoria.
Los sueños de Barrón son de vigilia. No malinterpretarse, no sueña despierto, sino que es conciente del sueño que nos rodea. ¡Vamos! La realidad para él es un gran sueño de vigilia que le muestra, ¿paradógicamente?, la mezclaindisoluble de estos “dos estados” del hombre. Es también una especie de arqueología del ser, vigente y extraordinariamente desapercibida en el hombre y por el hombre contemporáneo, lo que nos muestra la obra de Héctor Barrón; en ella vislumbramos o percibimos un alto grado de nostalgia, ¿mítica? No sé. Tan sólo su pintura o nuestra sensibilidad puede decirlo.